Desde su frío pedestal rodeado de leones Colón señala con un dedo tieso aquel sitio lejano, aquel lugar perverso, donde, sin darme cuenta, yo olvidé tu amor.
Las tres y un poco más de algún otoño triste: Aquí voy yo, los pies y el corazón Ramblas abajo… Oigo a la gente hablar mil lenguas que no entiendo, llevan caretas de odalisca o de payaso, y aunque la tarde es tibia y sin aristas es noche oscura para el alma sin descanso.
La madrugada, por cambiar, cambió de horario y pese al sol que asoma tibio tras las casas, veo dormirse la esperanza entre mis manos, escapa mi alma hacia tu alma con los barcos; vuelan mis ojos, confundidos, con los pájaros.
Las tres y poco más de alguna tarde triste. Aquí voy yo, los pies y el corazón Ramblas abajo, fingiendo que conozco otro camino que no lleve fatalmente hasta ese cuarto donde tu ausencia, agazapada como un tigre, crece en las sombras, me desgarra el corazón.
Desde su frío pedestal rodeado de leones Colón señala con un dedo tieso aquel lugar lejano, aquel sitio perverso, donde, sin darme cuenta, destrocé tu amor.
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