Monday, August 24, 2009

Caldetes (Playa al mediodía)


El cielo, clarísimo,
brilla como el sol,
sin molestarse en pedir
salvoconductos ni permisos.
Sobre la arena clara
los cuerpos desnudos
juegan a encontrarse
evitando el contacto,
como si la pieles ardieran
y las manos, aferradas a cualquier objeto veraniego,
un pote de crema, un encendedor, un libro,
tuvieran cuchillos escondidos,
acerados y peligrosos filos
camuflándose cautos entre los anillos.
Las cortinas de algodón blanco
bailando al son del viento
no oyen la música banal que suena,
monocorde,
bajo el techo cañizo del chiringo.
Todo está en su sitio,
respetando sin alardes ni exabruptos
alguna de las formas posibles de ordenar el mundo.

Debería sentirse ligeramente alegre
(o al menos no sentirse triste)
pero sus ojos, obstinados, recurrentes,
se dedican a humedecer con lágrimas marinas
los inevitables zarpazos de la melancolía.

ilustra una obra de Jesús Molina (1903/1968)