Wednesday, February 10, 2010
Saturday, February 06, 2010
respuesta a una carta que llega desde lejos
febrero de 2010
(y son 16 de todos esos años sin pisar la Argentina...)
recibo tu carta en Barcelona cuando llego a casa cargado de verduras:
compras de sábado después del desayuno,
todo un ritual sabático en un café cercano
Recuerdo, por supuesto, la casa con perros
y la otra, materno-paternal, sobre la ruidosa Rivadavia
ciertamente señorial para estas épocas de poco señorío,
mi madre, sus empanadas primorosas y un chico de rulos,
rizos decimos por aquí,
que alguna vez me visitó a destiempo
conduciendo a todo tren su estructura celestial por aquellas
estaciones infernales de mis recién cumplidos treinta años,
conmigo totalmente inmerso en una locura que nadie de mi entorno detectaba
No puedo asegurar que seas vos, por entonces un albertito blanco, etéreo,
el que me escribe
pero si lo sos, y espero que no te ofendas por una confusión más
superpuesta a aquella época sembrada de hojas verde oscuro y confusiones varias,
de ensordecedor redoble de plumas no siempre angelicales,
si fueras vos, repito,
llevabas una marca en el cuerpo
que parecía el azote de un demonio ajeno a tu presencia,
guardián despistado de las llaves edénicas
Por allí había también una tasca cerrada
y un tasquito de ojos redondos que tenía en su casa
menos muebles que árboles,
más amantes que amistades
(y son 16 de todos esos años sin pisar la Argentina...)
recibo tu carta en Barcelona cuando llego a casa cargado de verduras:
compras de sábado después del desayuno,
todo un ritual sabático en un café cercano
Recuerdo, por supuesto, la casa con perros
y la otra, materno-paternal, sobre la ruidosa Rivadavia
ciertamente señorial para estas épocas de poco señorío,
mi madre, sus empanadas primorosas y un chico de rulos,
rizos decimos por aquí,
que alguna vez me visitó a destiempo
conduciendo a todo tren su estructura celestial por aquellas
estaciones infernales de mis recién cumplidos treinta años,
conmigo totalmente inmerso en una locura que nadie de mi entorno detectaba
No puedo asegurar que seas vos, por entonces un albertito blanco, etéreo,
el que me escribe
pero si lo sos, y espero que no te ofendas por una confusión más
superpuesta a aquella época sembrada de hojas verde oscuro y confusiones varias,
de ensordecedor redoble de plumas no siempre angelicales,
si fueras vos, repito,
llevabas una marca en el cuerpo
que parecía el azote de un demonio ajeno a tu presencia,
guardián despistado de las llaves edénicas
Por allí había también una tasca cerrada
y un tasquito de ojos redondos que tenía en su casa
menos muebles que árboles,
más amantes que amistades
Recuerdo a Claudio, por supuesto, y sus marinas varias
todas ellas de aguas desatadas y maneras bravas
sin embargo nadie, nunca, me habló
sobre mi olor salvaje
una marca del león que llevo en ascendente
una muesca del escorpio encerrado en mis genes desde el día que nací
un caluroso 9 de noviembre a las dos de la mañana
Seas o no seas vos el que recuerdo ahora
a tropezones con todos mis fantasmas
me alegra este reencuentro con un pasado que todavía no añoré lo suficiente
como para sentir la más que necia necesidad de olvidarlo.
fotografía de Pier Paolo Pasolini
fotografía de Pier Paolo Pasolini
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